El viento de la globalidad, ayudado en Sudamérica por la comunidad de lengua, historia y cultura que crea lazos de confianza, ha favorecido la expansión de Telefónica en Iberoamérica. En una economía global nuestro principal patrimonio es la lengua española, la cultura y la tradición histórica.
Sin embargo, nuestra propia cultura nos lleva a despreciar el uso de la tecnología y a descuidar nuestras ventajas. Nos hace importadores de información, perdemos competitividad. La competencia por los mercados globales hoy se está dando en el terreno de la cultura: universidades, gobierno y multinacionales americanas proponen la estandarización de nuestra lengua e intentan mejorar su imagen articulando las redes de investigadores y difundiendo, en ocasiones, una visión interesada y parcial de nuestro pasado. La lengua española no sólo está perdiendo parte de su riqueza gráfica.
El propio Al Gore, vicepresidente de los EE.UU., lo ha expresado con rotundidad:"La aprobación (de la ley que liberaliza las telecomunicaciones en EE.UU.)... es un acontecimiento histórico que cambiará para siempre la manera en que cada estadounidense vive, trabaja, aprende y se comunica"[1]. Vivimos el inicio de un cambio en las relaciones personales, en la adquisición de conocimientos, de cultura y mercancías apoyadas por las telecomunicaciones. Esta situación es mas significativa si observamos su velocidad de crecimiento y su carácter irreversible. Internet es una de las bases de un cambio global [2] (mundialización) que está modificando también el peso e influencia de las diversas lenguas y culturas. Si entendemos por crisis el ascenso de unos sectores y el declive de otros, vivimos una época de crisis y de incertidumbre. En esta oscuridad estéril flotan los sueños y pesadillas sobre el futuro de los profetas de la red.
La mayor parte de las predicciones sobre los efectos de Internet no se están cumpliendo salvo la de su crecimiento constante. El mundo encoge aceleradamente. Los dieciséis millones de ordenadores conectados actualmente avanzan camino de los cien millones en cinco años[3]. Si pensamos en el número de personas que estos equipos conectan podemos imaginar que la aldea global de McLuhan es hoy un nuevo país del volumen de ciudadanos de España; su calle hispana cuadruplica los habitantes de Alcalá. Esta aldea va creciendo y alcanzará el número de ciudadanos europeos en el presente lustro[4].
Según el informe de agosto del 96 de Commerce Net/Nielsen, el tiempo en que estas personas, cada vez más jóvenes, se relacionan, informan, aprenden y compran en la red tiende a prolongarse cuanta mayor es su experiencia en la red[5]. En España en un año el número de usuarios individuales esta pasando de 20.000 en enero de 1996 a 120.000 a finales de 1996 a 250.000 en enero de 1997[6].
La diversidad lingüística, que durante mucho tiempo sólo se consideró un factor de coste, se plantea actualmente como una oportunidad para la industria, que crea nuevos tipos de actividad industrial y permite una mayor diversidad de productos que satisfacen los deseos particulares de los clientes [7].
En la actualidad el 2,5% de los materiales existentes en la red están en español[8]. Como mínimo, el 2% de los usuarios son hispanohablantes. En su conjunto, hoy la 'masa crítica' hispanohablante puede superar el millón de personas. Sin embargo en España, según los datos de RedIRIS nuestro tráfico internacional es deficitario: somos principalmente importadores de contenidos.
Los cambios reales en Internet los encontramos en la facilidad de comunicación, la disponibilidad de transmisión de voz, de textos, gráficos y animaciones, de datos, de vídeo y de sonido. La magia de la personalización que produce la interactividad es lo que motiva a los usuarios. Uno de los mayores éxitos entre los servidores de información de habla hispana es el "chateo", un diálogo escrito entre varias personas a través de ordenadores distantes.
Esto empuja al sector audiovisual a las tecnologías interactivas. La necesidad de mejores comunicaciones incita a la unión de los proveedores de telefonía, de televisión por cable y de televisión digital por satélite. Los fabricantes de productos de electrónica de consumo y telefonía móvil adaptan sus productos para integrarlos en el nuevo medio de comunicación[10] .
Nada parece desmentir esta tendencia. Desde 1988 se ha duplicado, cada año, el número de usuarios de Internet. En 1995 se vendieron en el mundo más ordenadores que televisores, más teléfonos móviles que coches, los niños americanos e ingleses pasaron más horas ante el ordenador que ante la televisión[11].
La eliminación de fronteras que se predecía está siendo más poética que real. La cartografía actual de Internet no sigue los modelos instaurados en el siglo XVIII. Por ejemplo, el acceso a la información desde Córdoba (Argentina) a Buenos Aires debe pasar por Estados Unidos atravesando la estratosfera. En la actualidad no existe una red troncal regional latinoamericana.
El crecimiento de la red tampoco afectará de forma general a las grandes urbes como se anunciaba, al contrario, las ciudades con recursos tecnológicos se aprovechan del auge de las comunicaciones[12]. La sensación de distancia entre algunas poblaciones es menor, el intercambio mas rápido y variado, otras intensifican su soledad secular.
Conectando usuarios y entidades, Internet genera una cadena de valor cuyos eslabones son los proveedores de telefonía, los fabricantes de equipos, los proveedores de acceso a Internet (centros de servicios), los proveedores de contenidos (información y servicios) y los diseñadores-constructores de materiale[13]. Las políticas gubernamentales son decisivas ya que afectan a sectores monopolísticos o muy regulados, producen un fuerte impacto en la opinión y la comunicación y repercuten en las relaciones internacionales y en los mercados globales. Cada uno de los eslabones de esta cadena, en diferente medida, abre o cierra las nuevas fronteras.
Mapa de las conexiones actuales en Iberoamérica. Se carece de un eje
troncal regional.
Fuente: PC Week. Septiembre 1996
Según el informe de 1995 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) las zonas de mayor crecimiento serán Iberoamérica, la Europa del Este y el Sudeste Asiático[14]. Para el español supondrá un aumento de la demanda de materiales en esta lengua y nuevas oportunidades para los proveedores de contenidos hispanohablantes. Son múltiples las voces que consideran que su papel será sólo como consumidores de información y entrenimiento de los países productores[15].
La lenta incorporación de África, y especialmente del Magreb, a la red está teniendo repercusiones negativas sobre la integración de la comunidad universitaria e intelectual de esos países en las nuevas comunidades de usuarios. Lo que afectará especialmente a España por sus lazos históricos, geográficos, culturales y económicos [16].
El crecimiento de la red ha estimulado la competencia entre proveedores de telefonía, ya que se prevé hasta un aumento del 50% sobre el actual uso doméstico de las líneas, al que hay que sumar la convergencia de la televisión por cable. La industria de las telecomunicaciones está realizando fuertes inversiones en infraestructuras con el fin de mejorar la calidad de transmisiones, sobre todo en los países desarrollados; esto produce una competencia muy agresiva. En Iberoamérica las velocidades de conexión son bastante reducidas, puesto que se combinan los accesos por teléfono con radiofrecuencia y vía satélite. No es raro que las conexiones entre ciudades de un mismo país deban pasar por EE.UU., ya que se carece de una red troncal regional.
Éste es el único sector de la cadena de valor donde todavía existe una presencia importante de empresas del ámbito hispanohablante: Telefónica (España) y Telmex (México) están entre las 20 primeras empresas de servicios de Telecomunicaciones según el informe de la UIT. En el sector de cable la Compañía de Teléfonos de Chile (participada por Telefónica) y Cablevisión (del grupo Televisa[17]) de México son los más importantes operadores de cable en Sudamérica. El compromiso de estas empresas con la lengua española es significativo. Sin embargo existen conflictos con algunos proveedores de información y servicios en español (caso de la Red Científica Peruana) o con responsables de las universidades (dificultad de generalizar el acceso de los estudiantes a la red en el marco docente) en España.
Los equipos, y los programas que los acompañan, lejos de ser indiferentes influyen en las posibilidades de difusión de una lengua. La pérdida de riqueza gráfica que aún sufrimos en el correo electrónico, se debe claramente al liderazgo de los países anglosajones en la construcción de los sistemas operativos.
Es en este eslabón donde la presencia española o hispanoamericana es inapreciable. El 70% del total de negocios en la industria de ordenadores lo realizan 20 empresas, diez estadounidenses, seis japonesas, ninguna de ámbito hispanohablante[21].
Entre las 353 subcategorías de Yahoo (el catálogo más usado en la red), la oferta principal de materiales, a nivel mundial, se centra en las empresas, las páginas personales, la música, los productos y servicios, los deportes y, en un destacado séptimo lugar, las humanidades (literatura e historia) [23].
Los tesoros que buscan los hispanoamericanos en la red tiene un perfil muy diferente ya que la gran mayoría se dirige a los contenidos relacionados con la identidad cultural y la lengua.
Éste no es un fenómeno provocado por la red. Ya existía en la sociedad americana y latinoamericana. La afirmación étnica o militante es la base de bastantes periódicos y revistas [24] cuya tirada puede alcanzar los 250.000 ejemplares y cuyo número de lectores puede superar el millón. Algunas de las raíces de este periodismo las encontramos en el siglo XIX, en la defensa de la población mexicana de la incorporación de los actuales estados del sur de los Estados Unidos tras la guerra méxico-americana[25]: El pueblo mexicano de Nuevo México no inmigró allí, sino que en vez de eso fue absorbido por un nuevo gobierno y un nuevo idioma en 1845. "No atravesamos la frontera; la frontera nos atravesó a nosotros".[26]
La emigración y el exilio aumentaron en número y calidad esta población que utilizaba la prensa como resistencia a la imagen que de ellos tenía la sociedad:
¿Por qué? Porque en esta tierra, bien lo sabéis y algunos quizá lo presentís, por infundados prejuicios de raza -que no es del caso comentar- no el público culto, que ése a todos hace justicia; pero sí el que sólo nos conoce por falsas informaciones periodísticas y a través de calumniosas y ofensivas cintas cinematográficas creen que todos los mexicanos somos de la hez que ha removido la funesta revolución.
Es en la relación de oferta y demanda de materiales en español donde el abismo es más profundo. Demanda de humanidades en general, de nuestra lengua y cultura en particular: entre la oferta de contenidos de 'Ole' (el catálogo en lengua española), las humanidades ocupan el último lugar con menos de 78 referencias[27].
Más del 85% de los principales servidores de ámbito 'latino' están en los EE.UU. [28]. Entre los 100 primeros más visitados, detrás del 15º lugar, sólo hay siete servidores mexicanos y tres españoles. Buena parte de la presencia del español en la red se debe a iniciativas individuales: más del 30% de las páginas mas visitadas se deben a iniciativas personales, no organizadas ni institucionales.
Son algunos Departamentos de español de las universidades americanas los autores de las páginas mas visitadas. A la minoría hispana de EE.UU. hay que reconocer el mérito de las mejores iniciativas de difusión de la lengua española y la cultura hispanoamericana en la red. La mayoría de público que consulta estos servidores no son norteamericanos sino españoles e iberoamericanos[29].
La historia, lengua y cultura se está convirtiendo en una ventaja competitiva y, por tanto, en un terreno de beligerancia. El cinco de mayo de 1996, desde más de mil páginas y multitud de organismos (la ATT y las propias universidades de Estados Unidos), se conmemoró la 'batalla de Puebla' como una victoria del pueblo de México, apoyado por los Estados Unidos, contra Francia y sus aliados europeos: España e Inglaterra[30]. La guerra comercial por la conquista de las infraestructuras y los mercados globales tiene un componente cultural decisivo, como se demostró, por primera vez en la red y en la historia diplomática, con la intervención de la Embajada de España en Canadá durante la guerra del fletán. [31]
Estados Unidos y Japón se configuran como las grandes potencias de las nuevas industrias de la comunicación y de la distribución. El mayor y casi único grupo multimedia en castellano está en México (Televisa), en España el sector empresarial es prácticamente artesanal[33].
Las empresas de comunicación tienen puestas sus estrategias en el desarrollo de la televisión por cable y la televisión digital por satélite. Según la opinión de responsables de Telefónica, Internet parecía un medio de escasa autofinanciación y rendimiento económico inmediato[34]. Los datos de InfoVía del mes de agosto de 1996 indicaron lo contrario: más de 120.000 usuarios conectados, 21 minutos de media de cada llamada, 3.420.000 pesetas de ingresos diarios, 105.000.000 pesetas de ingresos en un solo mes[35].
El sector de productores de contenidos es muy inestable[36]. En el ámbito hispanohablante el protagonismo lo tienen las redes universitarias y las redes de Investigación y Desarrollo. En enero de 1996 se calculaba que sólo un 2% de los documentos existentes en la red se realizaron en lengua española.
Para Nicolás Negroponte[37] la producción multimedia en CD-ROM es el puente entre tecnología y humanidades, la vía de acceso de los humanistas a Internet. Si esto es así tenemos que mirar con esperanza productos como Voces y Letras Hispánicas dirigido por D. José Manuel Blecua, el DRAE electrónico, dirigido por D. José A. Millán y D. Rafael Millán, el AGLE (Archivo Gramatical de la Lengua) dirigido por D. Ignacio Bosque y Dª Mayte Rivero y ADMYTE dirigido por el profesor D. Francisco Marcos Marín.
La reciente aparición de la Historia Contemporánea de España, en CD-ROM[38], puede suponer un punto de partida importante en el incremento del número de historiadores españoles en la red y la incorporación de contenidos en español.
Los proveedores de acceso a Internet en España han pasado de 50 en agosto de 1996 a 300 en enero de 1997. Sin embargo, este no es un sector estratégico,además está sometido a crisis y cambios pues los proveedores de telefonía y los proveedores de contenido tienden a crear sus propios servidores.
Internet facilita una conexión sin precedentes entre sectores minoritarios y dispersos. La diversidad cultural puede ser, en este contexto, una ventaja competitiva para el que tenga la voluntad y los conocimientos necesarios para aprovecharla.
Internet comunica en el planeta a centenares de miles de personas agrupadas en más de siete mil listas de discusión. Parte del éxito de estos grupos es su cultura de cooperación recíproca. En agosto de 1996 menos del 1% de éstas listas estaban en español y sus participantes suponían el 0,57% del millón y medio de subscripciones mundiales. Carecemos de la tradición de trabajo en grupo y hemos abandonado el género epistolar.
La labor de RedIRIS (la red española de I+D) es un ejemplo de como se puede aprovechar el viento de Internet con éxito. En sus Jornadas Técnicas de noviembre del 96 se trató el tema en profundidad y se crearon grupos de trabajo para facilitar soluciones técnicas y promover iniciativas. Como resultado se ha conseguido pasar, en tres meses, de once mil a mas de diecisiete mil subscripciones a las listas de habla hispana (12.691 personas en febrero de 1997) alojadas en sus servidores y mantener un censo que ya registra 169 grupos (lo que supone subir al 2,5% del total mundial) [41].
Parte del territorio del ciberespacio, sobre el español o en español, ha pasado ha estar coordinado por profesores españoles o hispanoamericanos. La labor del grupo de trabajo de listas en RedIRIS están invirtiendo el temido papel de consumidores de información de los universitarios españoles. Podemos exportar información: el 28,45 ciento de los subscriptores a listas alojadas en RedIRIS residen fuera de España, la mitad de ellos son de países latinoamericanos.
España carece de un peso decisivo en el ámbito de las telecomunicaciones, no tiene la potencia de industria de ordenadores y electrónica de consumo de Japón ni la riqueza productiva de materiales audiovisuales de los Estados Unidos. Su experiencia en las redes universitarias y en el ámbito de humanidades es reciente. En una época en que estos factores son decisivos para competir en mercados globales nuestra principal economía de escala es nuestra lengua, nuestra cultura y las experiencias históricas que nos acercan a Iberoamérica y a los hispanohablantes de Estados Unidos.
No es raro encontrar humanistas que vean en ello una virtud que nos aleja de los peligros del audiovisual y de la técnica. Otros asignan la culpa al instrumento, no sólo al contenido; afirman que las imágenes de las pantallas
"divierten más, entretienen mejor, pero son siempre parcas, a menudo insuficientes y muchas veces ineptas para decir, en el complejo ámbito de la experiencia individual e histórica, la verdad y toda la verdad".
Conocemos bastantes de los riesgos que ofrece el nuevo sistema, pero menos sus posibilidades. Sin embargo, nada parece justificar que permanezcamos pasivos en el debate cultural que usa la tecnología e incluso que alimentemos como consumidores la imagen que se difunde de nosotros mismos.
Es difícil ver como una virtud la renuncia a difundir en la red una visión de la nuestra cultura más amplia, dejando en solitario a los hispanos de los EEUU. Ya existen llamadas de atención sobre el negativo impacto cultural que tendrá la generalización de las comunicaciones sobre las culturas, como el informe Bangemann o el libro blanco de Delors.
Se puede afirmar que una región sin espacio audiovisual propio, sin capacidad de producción audiovisual y sin programas de cooperación intersectorial, se condena a sí misma a la progresiva pérdida de potencial en el conjunto de su desarrollo... es necesario una doble estrategia, estatal y regional.
La tecnofobia, los nuevos temores y esperanzas sobre el cambio tecnológico pueden inhibir las grandes energías necesarias para competir o pueden canalizarlas del lado del discurso más que de la producción de materiales. Resulta más fácil disertar sobre el próximo milenio que afrontar el reto decisivo de los próximos tres años.
Ésta es una cuestión grave si pensamos que el impacto del cambio puede influir en la construcción o en la desaparición de espacios culturales. La tendencia global-local favorece el mestizaje, las culturas locales "terminan negociando sus propias formas con las que imponen las industrias de las culturas hegemónicas". La territorialidad ya no es el único factor vinculado a la creación de espacios culturales y de comunicación. Éstos empiezan a ser independientes de los territorios físicos. Se está favoreciendo la creación de pequeños grupos, pasando de una sociedad de masas articulada geográficamente a una sociedad de especialistas apoyada en las telecomunicaciones: las comunidades de usuarios.
La incorporación de los humanistas españoles a la red está dificultada por valores negativos muy arraigados. No es imaginable en un país anglosajón, cuya ética protestante considera la profesión un acto de amor a Dios, que su principal dirigente presuma de no usar el ordenador ante representantes de la cultura, o que uno de sus grandes escritores vivos añada a sus cualidades de escritor el desdén por la tecnología.
El desprecio por lo desconocido y especialmente por las novedades técnicas forma parte de nuestro patrimonio cultural, como la ilusión de muchos pensadores y humanistas que lo combatieron. Conocemos el interés de Sócrates por la Geometría y la Astronomía por las burlas que le dirige Aristófanes en Las nubes. Platón recomendaba la instrucción en las artes mecánicas u oficios, que se enseñan desde el exterior mediante el entrenamiento, diferenciándolas del saber, que debe formar el discernimiento y el carácter por medio del trabajo de la inteligencia.
El cordobés Séneca[43] nos transmitió la defensa de la técnica que hizo Posidonio, cultivador de la historia, la geografía, la meteorolog'a, la astronomía y la mecánica, incluso tras la división geográfica de las ciencias después de la caída del imperio de Alejandro[44] y también apuntó hacia las limitaciones no sólo de la técnica sino también de la civilización, las ciencias y las artes.
Luis Vives ya constata el desprecio por las artes "... iliberales, que son las artes sórdidas, mecánicas, que se ejercitan con el trabajo corporal o de las manos por los esclavos y los hombres de ingenio nulo". La Ilustración española, y Jovellanos, tiene que luchar contracorriente por la enseñanza de algunas destrezas consideradas modernas. [45]
El racionalismo cientifista del XIX y el desarrollo tecnológico de inicios del XX suscitaron opiniones diferentes en la generación del 98 y del 27. Entre estos últimos debemos a Lorca la impresionante crítica a la civilización tecnológica en Poeta en Nueva York (../De la esfinge a la caja de caudales hay un hilo tenso / que atraviesa el corazón de todos los niños pobres). Pero ningún pensador ha definido como Marañón la relación entre Humanidades y Tecnología:
"La técnica es el instrumento para que ese diálogo entre el esp'ritu y la naturaleza se realice del modo más perfecto; y para que el fruto de ese diálogo se convierta en utilidad directa, que aprovechará el ser humano y cada vez un mayor número de seres humanos. La técnica, pues, está embebida de pensamiento, de los más alto de nuestra semidivina jerarquía. Su esqueleto está hecho de materia sólida, pero dentro de ese esqueleto alienta un alma amasada con lo más delicado del espíritu [46]." Más sonrojo producía en los españoles de la miseria y hambruna de la postguerra civil y mundial la glosa de virtudes y peligros de la técnica del mensaje papal en la Navidad de 1953. A propósito del mismo D. Antonio Garrigues comentaba:
"Existe una versión según la cual España aparece históricamente votada a las grandes tareas del espíritu, ya sea empresas puramente espirituales, como en el Concilio de Trento, ya en empresas temporales, pero trascendidas de espiritualidad, como la Reconquista de la Península, la defensa de la Catolicidad en Europa o el descubrimiento y la cristianización de América. Persuadido de esta misión histórica, el español habría de sentir la natural y señorial desgana por las modernas técnicas que, sobre el peligro de la novedad, tenían la tacha de ser meramente utilitarias, es decir, provechosas sólo para la presente y pasajera vida terrenal del hombre." [47]
La tradición del materialismo histórico y el pensamiento de izquierdas puede no ser, en este contexto, un elemento de progreso. El propio Carlos Marx asociaba los medios de producción a las formas de dominación[48]. En El hombre unidimensional Marcuse afirma que "hoy la dominación se perpetúa y difunde no sólo por medio de la tecnología sino como tecnología, y la última provee la gran legitimación del poder pol'tico en expansión, que absorbe todas las esferas de la cultura".
Esto se agrava por las reacciones de parte de la explicación literaria, que suelen ser "particularmente vivas ya que es (...) una de las más rebeldes a las técnicas que se utilizan en las (llamadas) ciencias exactas o aplicadas, o simplemente ciencia." [49]
La publicación reciente del libro "The end of Science" (Addison-Wesley), por dos autores veteranos de Scientific American, indica el agotamiento de las tesis cientificistas. Los ataques a la misma recuerdan la ira contra los molinos de viento propia de la mente nublada de D. Quijote. Los argumentos decimonónicos contra la relación del hombre con la máquina para dominar la naturaleza no valen en un mundo donde las máquinas dan el protagonismo a la relación de las personas entre sí, cambiando la importancia e influencia de las lenguas y culturas, es decir, lo que tradicionalmente ha sido el campo de propuestas de los humanistas.
En cualquier caso, aunque se considere que la difusión de nuestra lengua y de nuestra cultura en la red no fuera políticamente correcta, ni económicamente rentable, ni moralmente defendible, nadie niega que su ausencia tiene consecuencias políticas y sociales más amplias[50]. A las repercusiones sobre nuestro patrimonio cultural de estas carencias habrá que añadir sus consecuencias sobre las industrias de la comunicación y las empresas que, poseídas del espíritu de Lope de Aguirre, luchan afanosamente en la red por la conquista de El Dorado.